Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43 por ciento de la mano de obra agrícola. Labran la tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras.
(Naciones Unidas – https://www.un.org/es/events/ruralwomenday/ )

Durante las manifestaciones que tuvieron lugar en Quito en los últimos días fueron muchas las mujeres indígenas y campesinas que tomaron parte a las marchas de resistencia pacífica para la derogatoria del decreto 883 y el fin del uso de la fuerza por parte del estado. De hecho, una de las fotos que cautivó el interés tanto de los medios nacionales como internacionales, retrata una mujer parada en el medio de una calle de la capital ecuatoriana: alrededor suyo y de su vestimenta típicamente andina se levanta el humo de los lacrimógenos; su boca y su nariz están tapadas por una mascarilla anti gas; el tiempo parece haberse parado y no se escuchan ruidos ni explosiones. De acuerdo con Adriana Rodríguez, profesora de derecho en la Universidad Andina, según lo declarado frente a BBC Mundo, “el prejuicio dominante en Ecuador nos dice que los indios pegan a las mujeres, que el indio es machista y la mujer sometida, ese es el criterio hegemónico (…) las imágenes que han salido en estos días de resistencia, imágenes súper fuertes, posicionan a nivel social quiénes son las mujeres indígenas, que han estado históricamente al frente de la reivindicación de sus derechos”.

En la sociedad latinoamericana actual, ser mujer implica una triple condición de vulnerabilidad, no sólo por pertenecer al sexo femenino sino también por ser indígena/ campesina y por ser pobre. La ONU Mujeres destaca que “las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra (…) tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos”. Dichos obstáculos limitan el poder político de las mujeres rurales y hacen que su labor en los hogares y en el campo sea cada vez más invisibles a los ojos de quienes las rodean.
A nivel mundial, una de cada 3 mujeres trabaja en el sector agrícola y el 80% de los hogares sin agua dependen de ellas para conseguir dicho recurso. Cabe señalar, de hecho, que ellas desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de la resiliencia, instrumento clave para el enfrentamiento al cambio climático. La población rural en general se ve muy afectada por las amenazas que recaen sobre los recursos naturales y los productos de la tierra, lo cual tiene consecuencias directas en las actividades productivas que involucran a las mujeres mismas. De allí la importancia del empoderamiento femenino en dichos contextos. Según las Naciones Unidas “una de las formas más efectivas de frenar las amenazas que plantea el cambio climático es abordar la desigualdad de género. Las mujeres empoderadas tienen mayor capacidad para responder al cambio climático”.

Desde la Red de Mujeres de la UDAPT seguimos luchando junto a nuestras compañeras para el reconocimiento de nuestros derechos y aspiraciones. Resaltamos, además, el rol protagónico de la mujer en una sociedad organizada para hacerle frente a las discriminaciones que nos afectan diariamente. Nos mantendremos, pues, vigilantes, a fin de tutelar nuestra identidad cultural y nuestros entornos.
¡Que viva las mujeres, que viva la mujer rural!
*La Red de mujeres reúne mujeres indígenas y mestizas pertenecientes a comunidades afectadas por el desarrollo petrolero en las provincias de Orellana y Sucumbíos. En estas provincias son justamente las mujeres las que sufren mayormente la agresión de la contaminación petrolera. De acuerdo con la investigación de la UDAPT y Clínica Ambiental de cada 100 casos de cáncer 70 son en mujeres. La Red propone crear un espacio de diálogo, intercambio y debate entre mujeres de diferentes realidades y organizaciones miembros de la UDAPT.