16 – 21 de Agosto de 2019: desde San Pablo Kantesiya hasta Lagartococha.
El territorio ancestral Siekopai abarca Ecuador y Perú y cuenta, en la parte ecuatoriana, con una población de alrededor 700 habitantes. La vida de este pueblo pacífico “de muchos colores” empezó a verse alterada desde la llegada de los caucheros y, junto a ellos, de las enfermedades que causaron la muerte de una parte de la misma población. El empeoramiento de la situación se produjo más tarde con la guerra entre Ecuador y Perú, la cual generó nuevas rupturas sociales dentro del grupo Siekopai sobre todo por el establecimiento de nuevas fronteras territoriales o límites que separaron a aquellas familias que hasta entonces habían estado viviendo de manera libre por un lado y otro de ésa línea imaginaria sin cuestionarse sobre la existencia de la misma. En este sentido el espacio de vida de los Siekopaai se vio redefinido y reducido debido también a la ampliación del territorio de uso agrícola y a la invasión por parte de las compañías petroleras.

A la hora de hablar de un espacio vital indígena, estamos hablando de todo un ecosistema indispensáble para la conservación de culturas, tradiciones y territorios. Pues ese ecosistema, cada día más, se ve dañado, afectado, contaminado y es por la misma razón que el pueblo Siekopaai busca reúnificar a su proprio territorio ancestral con el propósito de tutelarlo de la invasión y librarlo de la contaminación.
Cabe destacar en sentido emblemático el viaje de resistencia de la Nacionalidad Siekopai llevado a cabo del 16 al 21 de Agosto de 2019 con el objetivo de recorrer los lugares históricos y sagrados de la misma Nación y de generar cohesión entre las viejas y nuevas generaciones a fin de proteger todo un património fundamental para la sobrevivencia de la identidad Siekopai. El recorrido además fue importante para la difusión y consolidación de todo un ideal de lucha indígena que, hoy día, representa uno de los temas más debatidos y ocultados a la vez.

Los remeros y las remeras involucrados en las actividades promovidas durante los días en cuestión tuvieron la oportunidad de encontrar a los mayores de las comunidades para el intercambio de conocimientos ancestrales; entre ellos el ritual del yoko y del yage. El eje principal del recorrido a través del río Aguarico fue el de llegar a la laguna Ñakomasira, es decir uno de los lugares más importantes para la nacionalidad Siekopai. Pero, más bien, cabe señalar la relevancia de todo este camino en quilla y remos, dos elementos fundamentales para la cultura de dicho pueblo debido a su carácter históricamente móvil y a su extensión territorial; es decir, tanto los ríos como los remos forman parte de toda una tradición que debería de seguirse transmitiendo de generación en generación. Hoy día los jóvenes se encuentran alejados de los taitas y eso es algo que se produjo con el tiempo, en particular trás la penetración occidental en la Amazonía ecuatoriana. Buena parte de ellos, de hecho, ya no tendría interés en el cultivo de las plantas ancestrales y en el desarrollo de actividades típicas aptas para la conservación del territorio. Por ello, el encuentro diario entre las generaciones que se produjo durante el viaje a Lagarto Cocha fue demonstración concreta de que existe la posibilidad de retomar un diálogo intracomunitario e intercomunitario que sirva de modelo para el desarrollo de un proyecto de conservación cultural que abarque toda una nacionalidad.
En Lagarto Cocha, el Presidente de la Nacionalidad, Justino Piaguaye, tras haber reunido a los miembros de las varias comunidades allí presentes, dijo con palabras bien claras que allí, en esa tierra ancestral están descansando los avos y que en esa misma tierra, los niños y los adolescentes junto con sus abuelos se han vuelto a unir con el objetivo de redescubrir a los ancestros y de redescubrir a unos mismos desarrollando aún más ese sentido de pertenencia identitaria en cuanto eje de la resistencia indígena y de las reveindicaciones de los derechos territoriales.
